martes, 8 de junio de 2010

El aprendizaje y desarrollo de competencias

EL APRENDIZAJE Y DESARROLLO DE COMPETENCIAS

En el texto “El aprendizaje y el desarrollo de competencias”, el autor Xavier Vargas problematiza el desarrollo de las competencias a partir de dos nociones: las situaciones de aprendizaje y el aprendizaje significativo. Los planteamientos sobre los que se analiza la interacción de las competencias, el aprendizaje y el aprendizaje situado, son los siguientes: ¿Son los logros que busca el mundo del trabajo semejante a los logros generales que la educación desde siempre ha proclamado que persigue?, ¿no queda la práctica profesional desprovista de sentido si se le desarrolla sin análisis y reflexión teórica?, ¿no debería entonces ser considerada la competencia-por lo menos en el mundo académico-como una noción que incluyera un diálogo de ida y vuelta entre el sujeto socio-profesional al que sirve utilitariamente y el objeto de estudio que la provee de significado y sentido?, hasta aquí, estas interrogantes se vinculan con las nociones de competencias académicas y las del mundo laboral .

Por lo que respecta a los cuestionamientos relacionados con el aprendizaje, las preguntas son: ¿el aprendizaje es algo tan absolutamente trivial que se puede observar y medir con base en unas simples preguntas a propósito de unos contenidos cualesquiera?, ¿por qué cuando se habla de aprendizaje el énfasis educativo está puesto en los contenidos y en el proceso de enseñanza-aprendizaje y no en la identidad personal y el proceso de transformación del sujeto?

El cuestionamiento final tiene que ver con el aprendizaje significativo y se plantea como sigue: ¿Cómo hablar entonces de aprendizaje significativo y de aprendizaje situado sin antes haber establecido la naturaleza profunda del aprendizaje como tal, en unos términos además que develen cómo sucede-en virtud de este aprendizaje- la transformación profunda del sujeto?, ¿por qué hablar de aprendizajes significativos como algo que hay que conseguir?, ¿no es acaso todo aprendizaje, de facto, por serlo, un aprendizaje significativo?

La intención de problematizar los aspectos anteriormente citados, tiene que ver con la idea de estudiar a partir de diversas posturas y enfoques teóricos las concepciones pedagógicas y psicológicas, así como su implicación en el modelo de competencias.

A manera de contexto, resulta oportuno mencionar que entre el mundo laboral y académico, si bien existe una estrecha relación, las intencionalidades y los procesos internos difieren. Mientras en el ámbito del trabajo existe una competitividad operacional vinculada con los valores del mercado: competente, competidor, competitividad, roles socio-profesionales, anti-reflexivo, anti-conceptual, ganar-perder, individualismo, automatización, eficiencia, capacitación, empresa, entre otras. En contraparte, en el mundo académico intervienen otras concepciones como: competencia cognitiva, capacidades socio-profesionales, reflexión, ética, colaboración, desarrollo personal, comprensión de la realidad, desarrollo de competencias, aprendizaje, entre otras conceptualizaciones inherentes al proceso educativo.

Hay que destacar que a simple vista, se observa oposición en los conceptos, es decir, nos encontramos en dos terrenos antagónicos. Desde mi perspectiva, la intención del autor es hacer notar que la competencia como tal, entendida en su nivel operativo, se opone a cualquier concepción pedagógica, dado que despersonaliza totalmente el proceso educativo y por supuesto, la humanización del sujeto. En ese sentido, los objetivos de formación propuestos por el modelo educativo de la RIEMS, trascienden al mundo laboral, ya que no se pretende centrar la práctica-acción en la dimensión operacional.

En contraparte, el desarrollo de competencias profesionales desde lo académico tiene un sentido socio-ético, vinculado estrechamente con un nivel de pensamiento teórico-crítico que parte del análisis y la reflexión conceptual. En este accionar se circunscriben los valores de la humanización, estrechamente vinculados con el ser, el saber conocer, saber hacer y saber convivir. Al desarrollar competencias, al mismo tiempo se está optando por la construcción de la persona, del maestro, del estudiante y en cierta forma del mundo.

En este mismo tenor de ideas, nos encontramos con la noción de aprendizaje, necesariamente interrelacionada con el desarrollo de competencias. Hablar del aprendizaje, implica la revisión conceptual del término desde las distintas perspectivas teóricas, por el momento basta mencionar que la idea de aprendizaje, que prevalece comúnmente en la práctica educativa, se asocia al modelo de enseñanza tradicional, entendiendo al aprendizaje como una incorporación por parte del sujeto de unos ciertos contenidos provenientes del exterior, que en el mejor de los casos, se evidencian en las respuestas a una prueba escrita.

El análisis que nos provee la lectura de Javier Vargas, recupera las distintas conceptualizaciones de cómo ocurre el aprendizaje, para ello, se remite a teóricos como Piaget, Ausubel, Vigotsky, Rogers, entre otros. La idea central del textos se resume en el supuesto de la viabilidad de desarrollar competencias a partir de aprendizajes significativos situados en la realidad. En este punto, cabe resaltar que las competencias no son contenidos de enseñanza, sino que el desarrollo de competencias es referido a satisfacer necesidades, atender situaciones, resolver problemas, tomar decisiones y/o lograr objetivos.

En resumen, la perspectiva constructivista del aprendizaje que sustenta el enfoque de competencias tiene que ver con la premisa de la aprehensión de la realidad, y no como la reproducción al pie de la letra de unos contenidos. El aprendizaje, desde las distintas vertientes teóricas, refiere la construcción de conocimientos a partir de un conflicto cognitivo, en el que se organizan los esquemas de los alumnos a través de la acción y no sólo del pensamiento. En este proceso constructivo, los conocimientos no preexisten como tales, sino que deben ser construidos por el sujeto, movilizando esquemas de acción en los que intervienen procesos de asimilación y acomodación, lo que le va a permitir al sujeto reconstruir sus conocimientos para asimilar otros nuevos, desarrollando al mismo tiempo una nueva competencia.

En un sentido más amplio, se movilizan conocimientos, pero también afectos que cuando el sujeto interioriza o aprehende, transforma no sólo sus estructuras de conocimientos, sino su propia realidad.

Concepciones de aprendizaje

Concepciones de aprendizaje



¿Qué concepciones de aprendizaje nos parecen congruentes con el enfoque de competencias y por qué?



En el cuadro sinóptico del autor Pere Marqués “concepciones del aprendizaje”, se resumen siete enfoques teóricos del concepto de aprendizaje, desde mi punto de vista, el aprendizaje por descubrimiento, el aprendizaje significativo, el constructivismo y la corriente socio-constructivismo, resultan congruentes con el enfoque de competencias, ya que conceptualizan al aprendizaje como un proceso activo donde el sujeto construye sus conocimientos a partir de conocimientos previos. Además, nos ayudan a comprender que el aprendizaje es un proceso dinámico, y en este proceso, el docente desarrolla una serie de actividades para que el estudiante participe en su propio proceso de construcción del conocimiento interviniendo de manera directa sobre la realidad, experimentando, descubriendo e interactuando con otros.

En el modelo educativo de la RIEMS, las competencias se definen desde la misma perspectiva, se piensa en un estudiante que acciona y no sólo contempla. Las competencias se dimensionan como habilidades, actitudes y valores, que el sujeto de aprendizaje puede transferir a cualquier situación académica, profesional o de la vida misma. Tanto las concepciones constructivistas del aprendizaje, como el enfoque de competencias convergen en la movilización de saberes en un contexto determinado y continuo que va de la memorización a la significación y del discurso al descubrimiento, en aras de la transformación del propio sujeto y de su realidad.


sábado, 8 de mayo de 2010

Mi confrontación con la docencia

Mi confrontación con la docencia

Soy licenciada en pedagogía y la decisión de estudiar esta profesión tiene que ver, en gran parte, con mi experiencia como estudiante. Cuando cursé el Nivel Medio Superior, me desconcertó la forma de enseñar de algunos maestros, de este sentir surgió mi inquietud por la docencia, creía que podían existir otras formas de hacer las clases menos tediosas. Poco antes de concluir este nivel educativo, acudí al servicio de orientación educativa, revisé los trípticos de diversas carreras profesionales y me identifiqué con el plan de estudios de la licenciatura en pedagogía.

En el octavo semestre de la licenciatura me incliné por el área de didáctica laboral, ya que mi propósito era ejercer en el área de capacitación, pero al egresar se presentó la oportunidad de trabajar en un Centro de Estudios Tecnológicos industrial y de servicios (CETis), y lo vi como una opción de trabajo que me daba las facilidades de tiempo para titularme. A la fecha tengo 15 años de servicio en el ámbito educativo y aunque gran parte de mi actividad la he desarrollado en el área académico-administrativa, también me he desempeñado como docente frente a grupo y esta tarea me resulta la más gratificante.

Para mí, ser docente de Educación Media Superior, representa un enorme compromiso con los jóvenes porque en esta etapa, la mayoría define su proyecto de vida. Algunos culminan sus estudios para continuar con la Educación Superior, pero otros se incorporan al sector laboral y los conocimientos, habilidades, valores, actitudes y destrezas que desarrollen en este nivel son determinantes en su vida futura. Las satisfacciones son muchas, cuando con el paso de los años, sabes que concluyeron una carrera o bien, ejercen la especialidad que cursaron. Además la convivencia con ellos, me hace más humana y me da la posibilidad de orientarlos.

Me gustaría expresar que si bien, con el perfil pedagógico, se tienen más referentes teóricos para desempeñar la práctica docente, la realidad es que en el trabajo cotidiano con los estudiantes, las situaciones son complejas y en muchas ocasiones, no hay respuestas. Los saberes pedagógicos no operan como una "varita mágica", se requiere además de conocimientos un compromiso con la docencia y en ese sentido, con formación docente o sin ella, resulta indispensable replantear nuestra práctica de manera permanente, actualizando nuestros conocimientos y competencias docentes; ya que la docencia es una profesión y como toda profesión, requiere de la constante actualización porque siempre hay algo nuevo que aprender.

Finalmente, la docencia es un quehacer que encierra en mismo, el fin de la educación: Formar personas autónomas, libres y responsables que logren su realización plena a nivel individual y social, lo que representa un enorme reto para quiénes realizamos esta práctica.


La aventura de ser maestro

La aventura de ser maestro


Nuevamente nos encontramos en este foro, ahora para hablar de nuestra historia docente con respecto a las reflexiones de José Manuel Esteve.

En lo personal, encuentro gran similitud entre los tópicos que presenta la lectura con mi propia experiencia de ser docente. Estoy de acuerdo que mucho de ser docente se aprende en la práctica, es decir, por ensayo y error. Las mismas sensaciones que experimenta un maestro novato, la vivencia un normalista o un profesor de carrera, se conoce el perfil del profesor ideal, sin embargo, la realidad dista mucho de lo que se aprende en las aulas de la universidad o de la escuela para maestros. Seguramente, la mayoría de nosotros hemos experimentado el nerviosismo no sólo de la primera ocasión que nos paramos frente a un grupo de alumnos, sino que esta situación, al menos en mi caso, la experimento cada inicio de semestre, pese a los años de trabajar frente a un grupo de estudiantes, o quién no ha vivido la angustia de llegar al salón de clases con material que al paso de los minutos, resulta insuficiente para trabajar o el desconcierto cuando las estrategias que se implementan no despiertan en los alumnos el interés esperado. Sin lugar a dudas, las reflexiones que hace en su texto Esteve son comunes a todos los que ejercemos esta profesión, y la analogía que hace al compararlo con una gran aventura, me parece acertada.

Al leer sus comentarios, descubro que existen ideas semejantes que compartimos. Me llama la atención que todos creíamos que únicamente nosotros vivíamos frustraciones, pero nos damos cuenta que no es así, incluso M. Esteve, autor de la aventura de ser maestro, relata sus vivencias y son muy cercanas a las nuestras. La mayoría nos iniciamos en esta actividad con dudas y temores. Sabemos que no somos expertos y en muchos casos, hemos aprendido, imitando a los que fueron nuestros profesores, hasta encontrar nuestra propia identidad. En nuestra trayectoria hemos descubierto que compartir nuestros conocimientos y experiencias con los jóvenes nos resulta gratificante y esto nos motiva a realizar nuestro trabajo de una manera más profesional.

En la práctica, cada sesión de clases se convierte en un gran reto, organizar los conocimientos en una planeación didáctica no es una tarea sencilla, más allá de la dimensión científico-tecnológica y de los saberes organizados en planes y programas de estudio, la tarea como docentes es comprometedora, porque nuestro trabajo lo realizamos con seres humanos. Nadie ha dicho que ser maestro sea fácil, personalmente creo que junto con la medicina es una de las profesiones más loables, porque los primeros curan el cuerpo, pero nosotros contribuimos forjando la mente y el espíritu. En esencia, la educación es un acto profundamente humano que demanda, además de nuestras buenas intenciones, del conocimiento y dominio de herramientas pedagógico-didácticas y hoy más que nunca resultan indispensables para afrontar los retos que esta profesión nos demanda y en ese sentido, esta especialidad se abre como una posibilidad para enriquecer nuestros conocimientos y replantear nuestro ejercicio como docentes.


Los saberes de mis estudiantes

Los saberes de mis estudiantes


Para conocer los usos que los estudiantes le dan al Internet, realice con mis alumnos de segundo semestre el siguiente ejercicio. De manera individual contestaron a la pregunta ¿para qué utilizas el Internet?, únicamente requirieron de una hoja de papel de un lápiz o pluma. En un segundo momento se organizaron en equipos de 5 alumnos e intercambiaron sus respuestas, haciendo al mismo tiempo, un listado de lo que hacen en el Internet. La siguiente actividad fue una sesión plenaria en la que los alumnos compartieron de manera verbal sus respuestas. El ejercicio resultó interesante, ya que no sólo respondieron al cuestionamiento inicial, sino que las participaciones se extendieron hacia otros aspectos informáticos, que se presentan en secciones posteriores de este escrito. A continuación aparecen las respuestas a los cuestionamientos: 1) lo que nuestros estudiantes saben hacer en Internet; 2)¿qué podemos hacer para aprovechar esos saberes en el aula?, así como 3) quién va a enseñar a quién y qué le enseñará y ¿dónde lo harán?

Con base en las respuestas de los estudiantes, en torno a lo que saben hacer en la red, se agruparon 2 categorías: a) como reservorio; descargan música, videos, juegos o programas, ven imágenes diversas; videos, fotografías; escuchan música; visitan páginas o juegan, b) como espacio social; chatean o hacen uso del Messenger para platicar con familiares, amigos o desconocidos, enviando y recibiendo mensajes, algunos leen libros; buscan y bajan información para hacer sus tareas e incluso, en algunos casos, compran y venden objetos. 

Otro aspecto que los estudiantes comentan es el porcentaje de tiempo que emplean en estas 2 categorías; en las actividades de reservorio, chateo o consulta de correos electrónicos, invierten un promedio del 80% del tiempo que pasan en Internet y el otro 20% lo dedican a tareas escolares. Sin embargo, las tareas escolares tienen una singular característica; los alumnos buscan el tema y si bien se despliegan un sinnúmero de páginas electrónicas, seleccionan sólo una página y copian únicamente algunos párrafos, en otras palabras, la tarea se remite a copiar, cortar y pegar.

Respecto al segundo cuestionamiento ¿qué podemos hacer para aprovechar esos saberes? En primer lugar hay que considerar que de una manera u otra los jóvenes han desarrollado habilidades de búsqueda, empleando inherentemente procesos de comunicación y lectura, al menos en lo que se refiere a la codificación y decodificación de mensajes. En segundo término, resultan innegables sus destrezas en lo que se refiere al uso de la computadora y del Internet, así que estos conocimientos y habilidades bien pueden utilizarlos no sólo para bajar información y consumirla de manera mecánica, inapropiada y hasta enajenante. Existe hoy día la WEB 2.O que abre a los estudiantes la posibilidad de ser productores, consiguiendo así espacios creativos que bien orientado por los docentes, se convierten en una herramienta informática para aproximar a los alumnos a aprendizajes más significativos que les permitan apropiarse del conocimiento. Además, las habilidades de pensamiento que desarrollen los jóvenes, de manera paralela pueden enriquecer el trabajo cotidiano en el aula, dado que ahora no existen barreras de tiempo y espacio que limiten la información en forma textual, visual o auditiva. Mediante estas formas de ver la información se favorecen los diferentes estilos de aprendizaje de los estudiantes, pudiendo pasar del pensamiento concreto a procesos de pensamiento complejo y por supuesto a “aprender a aprender” hasta conseguir su autonomía.

Desde el enfoque de compartir y construir el conocimiento, ambos, maestro-alumno somos sujetos en constante aprendizaje. El maestro genera y propicia actividades para facilitar el conocimiento. Sin embargo, en la era de las tecnologías de la información y la comunicación, los jóvenes de esta época poseen una serie de recursos informáticos, de tal manera que los docentes podemos apoyarnos en nuestros alumnos en lo que respecta al uso de la nuevas tecnologías, de esta forma compartimos saberes, y el proceso enseñanza-aprendizaje se retroalimenta constantemente. Aunque no debemos perder de vista que en todo proceso educativo, el docente es el responsable de guiar el conocimiento.

Finalmente, tanto en el aula como espacio físico y ahora en el espacio virtual, resulta factible establecer un proceso de comunicación educativa. Como docentes, no debemos perder de vista que los medios informáticos son imprescindibles en la vida cotidiana. Las nuevas tecnologías en el terreno educativo, se convierten en todo un desafío, pues nuestro ineludible compromiso es adentrarnos en la dinámica de nuestra época e interactuar con estas herramientas para conseguir que los jóvenes la empleen en forma consciente, racional y apropiada.