sábado, 8 de mayo de 2010

La aventura de ser maestro

La aventura de ser maestro


Nuevamente nos encontramos en este foro, ahora para hablar de nuestra historia docente con respecto a las reflexiones de José Manuel Esteve.

En lo personal, encuentro gran similitud entre los tópicos que presenta la lectura con mi propia experiencia de ser docente. Estoy de acuerdo que mucho de ser docente se aprende en la práctica, es decir, por ensayo y error. Las mismas sensaciones que experimenta un maestro novato, la vivencia un normalista o un profesor de carrera, se conoce el perfil del profesor ideal, sin embargo, la realidad dista mucho de lo que se aprende en las aulas de la universidad o de la escuela para maestros. Seguramente, la mayoría de nosotros hemos experimentado el nerviosismo no sólo de la primera ocasión que nos paramos frente a un grupo de alumnos, sino que esta situación, al menos en mi caso, la experimento cada inicio de semestre, pese a los años de trabajar frente a un grupo de estudiantes, o quién no ha vivido la angustia de llegar al salón de clases con material que al paso de los minutos, resulta insuficiente para trabajar o el desconcierto cuando las estrategias que se implementan no despiertan en los alumnos el interés esperado. Sin lugar a dudas, las reflexiones que hace en su texto Esteve son comunes a todos los que ejercemos esta profesión, y la analogía que hace al compararlo con una gran aventura, me parece acertada.

Al leer sus comentarios, descubro que existen ideas semejantes que compartimos. Me llama la atención que todos creíamos que únicamente nosotros vivíamos frustraciones, pero nos damos cuenta que no es así, incluso M. Esteve, autor de la aventura de ser maestro, relata sus vivencias y son muy cercanas a las nuestras. La mayoría nos iniciamos en esta actividad con dudas y temores. Sabemos que no somos expertos y en muchos casos, hemos aprendido, imitando a los que fueron nuestros profesores, hasta encontrar nuestra propia identidad. En nuestra trayectoria hemos descubierto que compartir nuestros conocimientos y experiencias con los jóvenes nos resulta gratificante y esto nos motiva a realizar nuestro trabajo de una manera más profesional.

En la práctica, cada sesión de clases se convierte en un gran reto, organizar los conocimientos en una planeación didáctica no es una tarea sencilla, más allá de la dimensión científico-tecnológica y de los saberes organizados en planes y programas de estudio, la tarea como docentes es comprometedora, porque nuestro trabajo lo realizamos con seres humanos. Nadie ha dicho que ser maestro sea fácil, personalmente creo que junto con la medicina es una de las profesiones más loables, porque los primeros curan el cuerpo, pero nosotros contribuimos forjando la mente y el espíritu. En esencia, la educación es un acto profundamente humano que demanda, además de nuestras buenas intenciones, del conocimiento y dominio de herramientas pedagógico-didácticas y hoy más que nunca resultan indispensables para afrontar los retos que esta profesión nos demanda y en ese sentido, esta especialidad se abre como una posibilidad para enriquecer nuestros conocimientos y replantear nuestro ejercicio como docentes.


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